La salud de nuestro sistema inmunitario se relaciona directamente a nivel emocional con la creencia Todos somos uno, que es la verdad universal contenida en nuestro primer chakra. En estos días de confinamiento aceptado responsablemente por millones de personas, vamos a vivir situaciones que nos van a hacer revisar muchas creencias y sobretodo, nuestras circunstancias de vida.
El espacio personal es interior. La diversidad de emociones es creada en la mente, como vivimos cada momento depende de nuestra capacidad de vibrar en la ecuanimidad, y de nuestro estado de paz. En gran medida, sentir paz depende de que estemos en el lugar correcto y con quien nutre nuestro crecimiento espiritual. La tribu o grupo de personas con las que compartimos vida familiar, amistad o simplemente creencias son el espejo que nos muestra donde estamos. O hacia donde nos gustaría dirigirnos. O donde o con quien ya no nos queremos quedar.
Caroline Myss lo explica con absoluta perfección en su libro Anatomía del Espíritu:
El primer chakra (Muladhara, que significa raíz en sánscrito), o chakra tribal transmite a nuestros sistemas energético y biológico la verdad sagrada Todos somos uno. Estamos conectadas con toda la vida y entre nosotras/os. El chakra tribal se hace eco de nuestra necesidad de honrar los lazos familiares y de tener un código de honor en nuestro interior. Comenzamos a conocer esta verdad Todos somos uno dentro de nuestra familia biológica, aprendiendo a respetar los lazos de sangre. En la familia podríamos también aprender que “Todos los seres formamos parte de una sola familia divina”. Profanar o violar este lazo energético, considerando, por ejemplo, que aquellos que son diferentes a nosotros son inferiores, crea conflicto en el espíritu y por lo tanto en el cuerpo físico.
En su sentido arquetípico, la palabra tribu connota identidad de grupo, fuerza grupal, fuerza de voluntad grupal y creencias de grupo. Todos esos significados constituyen el contenido energético de nuestro primer chakra.
El primer chakra o chakra raíz es el cimiento de la salud emocional y mental. Es nuestra raíz física, ancestral y vital. Está ubicado en la base del coxis, entre el ano y los genitales (punto 1 de Ren Mai o meridiano de Vaso Concepción). Constituye la energía primordial sobre la que se desarrollan otros chakras.
Las estructuras sólidas necesitan de cimientos estables y fuertes. Nuestro organismo (cuerpo-mente) es la casa de nuestra alma. Muladhara chakra rige además nuestras piernas y nuestros pies, nuestra capacidad de permanecer enraizadas y desde nuestras raíces estables y fuertes, nuestro ascenso hacia una consciencia más elevada a través del cambio personal tanto biológico como de creencias.
Independientemente de lo “verdaderas” que sean las creencias familiares o de nuestra tribu, cada una de ellas orienta nuestra energía hacía un acto de creación. Cada creencia, cada acto, tiene una consecuencia directa. Cuando compartimos creencias con grupos de personas, participamos en los acontecimientos energéticos y físicos creados por esos grupos. Esta es la expresión creativa y simbólica de la verdad sagrada Todos somos uno.
Los miedos asociados al primer chakra son: miedo de no sobrevivir físicamente, de ser abandonado por el grupo y a la pérdida del orden físico.
Si las experiencias tribales nos interconectan energéticamente, también lo hacen las actitudes tribales, sean éstas percepciones complejas como “Todos somos hermanos y hermanas” o supersticiones como “El número 13 trae mala suerte”. El poder tribal, y todos los asuntos relacionados con él, está conectado energéticamente a la salud del sistema inmunitario, así como a las piernas, los huesos, los pies y el recto. En sentido simbólico, el sistema inmunitario hace por nuestro cuerpo exactamente lo que hace el poder tribal por el grupo: lo protege de influencias externas potencialmente dañinas. Las debilidades en los asuntos tribales personales activan energéticamente trastornos relacionados con el sistema inmunitario, los dolores crónicos y otros problemas del esqueleto.
Los retos tribales difíciles nos causan pérdidas de poder, principalmente en el primer chakra, y si entrañan un estrés extremo nos hacen propensos a enfermedades relacionadas con el sistema Inmunitario, desde el resfriado común al lupus. El chakra tribal representa nuestra conexión con experiencias de grupo tanto positivas como negativas.
Las epidemias
Las epidemias son una experiencia de grupo negativa, a la cual nos hacemos energéticamente propensos si los temores y actitudes personales de nuestro primer chakra son similares a los del “primer chakra” global de la cultura. Las epidemias virales y de otro tipo son un reflejo tanto de los problemas sociales actuales de la tribu cultural como de la salud del sistema inmunitario de la tribu social. Es importante señalar este punto porque, a través de las actitudes de nuestro primer chakra, todos estamos conectados con nuestra cultura y sus actitudes.
Un ejemplo elocuente de la capacidad energética de la tribu social para manifestar una enfermedad es la epidemia de polio de los años treinta y cuarenta. En octubre de 1929 se desplomó la economía estadounidense y comenzó la Gran Depresión, que afectó a toda la nación. Para explicar cómo se sentía la gente, periodistas y políticos, empresarios y trabajadores, hombres y mujeres, todos se describían a sí mismos como si el desastre económico los hubiera dejado “lisiados”. A comienzos de los años treinta surgió una epidemia de polio, que representaba simbólicamente el espíritu lisiado de la nación como comunidad. Las personas que se sentían más lisiadas económicamente, ya fuera por la experiencia real o por el miedo de tenerla, fueron las más vulnerables al virus de la polio mielitis.
Un ejemplo más contemporáneo de esta misma dinámica es el virus del sida. Este virus predomina más entre consumidores de drogas, las prostitutas y la población gay. El virus medra en otros países, como Rusia y algunos africanos, entre las personas cuya calidad de vida escasamente les permite sobrevivir. En algunas regiones de Latinoamérica el virus medra entre mujeres de clase media cuyos maridos, mantienen relaciones extra-matrimoniales machistas.
Al margen de cómo contraen el virus, todas estas personas comparten la sensación común de ser víctimas de su cultura tribal. Si bien todo el mundo ha sido víctima de algo o alguien, esta conciencia de víctima refleja un sentimiento de impotencia dentro de la cultura tribal, ya sea debido a una preferencia sexual, o a la falta de dinero o de posición social. Estas mujeres seropositivas que permanecen en matrimonios en los que sufren y las enferman, creen que carecen de los medios para protegerse. Incluso las que están casadas con hombres ricos no pueden enfrentarse a sus maridos por su comportamiento porque su cultura aún no valora la voz femenina.
Contemplado simbólicamente, el virus del sida apareció en la cultura estadounidense precisamente cuando se generalizó la tendencia a la victimización. La energía cultural se está agotando debido a la necesidad que tienen algunos de sentirse poderosos a expensas de otras personas, consideradas menos valiosas, lo que produce trastornos en la inmunidad biológica.
Mantener la salud de nuestro primer chakra individual exige tratar nuestros problemas tribales personales. Si nos sentimos víctimas de la sociedad, por ejemplo, deberíamos tratar esa percepción negativa para que no cause fugas de energía.
Podemos, por ejemplo, buscar ayuda terapéutica, especializarnos en un trabajo, buscar una visión más simbólica de nuestra situación o participar activamente en la política para cambiar las actitudes de la sociedad. Alimentar la amargura hacia la tribu cultural embrolla nuestra energía en un constante conflicto interior que impide el acceso al poder sanador de la verdad sagrada Todos somos uno.
Nuestro poder espiritual aumenta cuando somos capaces de ver más allá de las contradicciones contenidas en las enseñanzas tribales y aspirar a un grado de verdad más profundo. Cada vez que damos un giro hacia la conciencia simbólica influimos positivamente en nuestros sistemas energético y biológico.
El viaje humano universal consiste en tomar conciencia de nuestro poder y de la manera de utilizarlo. Tomar conciencia de la responsabilidad que entraña el poder de elección representa la esencia de este viaje. Desde un punto de vista energético, hacerse consciente precisa nervio, aguante. Es muy difícil, y a veces muy doloroso, evaluar las creencias personales y separarnos de aquellas que ya no apoyan nuestro crecimiento. Pero, por la propia naturaleza de la vida, el cambio es constante, y no se trata sólo de un cambio externo, físico. También cambiamos interiormente; abandonamos ciertas creencias y reforzamos otras. Evaluar nuestras creencias es una necesidad espiritual y biológica. El cuerpo físico, la mente y el espíritu requieren ideas nuevas para crecer y prosperar.
Muchas de personas están inmovilizadas entre dos mundos, el viejo mundo que necesitan dejar y el nuevo mundo en el que tienen miedo de entrar. Nos atrae hacernos más “conscientes”, pero al mismo tiempo nos asusta, porque significa que tenemos que asumir la responsabilidad personal de nosotros mismos y de todo lo que nos afecta: salud, profesión, actitudes y pensamientos. Una vez que aceptamos la responsabilidad personal, aunque sea de un solo aspecto de nuestra vida, ya no podemos volver a utilizar el razonamiento tribal para justificar o disculpar nuestro comportamiento.
Confiemos en nuestras capacidades personales y de cambio, confiemos en que la humanidad camina hacia un paradigma más íntegro, confiemos en las personas positivas que forman parte de nuestra tribu, de la tribu que elegimos libremente.