El impacto de la alimentación en las emociones

alimentación y emociones
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¿Qué impacto tiene nuestra alimentación en las emociones? Y ¿Qué impacto tienen nuestras emociones en la alimentación?

¿Cómo afecta la alimentación a nuestras emociones?

Las personas humanas somos seres emocionales y en mi opinión es positivo vivir las emociones DESDE EL DESAPEGO. Como si estuviésemos contemplando un paisaje, vivirlas desde la observación que permite la aceptación y la transmutación. Por muy bien que comamos y mucho que meditemos, las emociones siempre van a estar. Lo que importa y puede llegar a afectar es la intensidad emocional. Aquí sí que juega un papel importante tanto nuestra madurez emocional para gestionarlas y también nuestra alimentación que las puede condicionar según lo que comamos. Cuanto más extremos son nuestros alimentos (y mayor el desequilibrio emocional), más nos podremos sentir como un yoyó emocional. Para arriba y para abajo…

Ciertos alimentos como el azúcar, la carne o los lácteos tienen un gran impacto emocional. Las carencias de nutrientes como ciertas vitaminas o minerales afectan directamente nuestro sistema nervioso. El hipotálamo interviene en la regulación del comportamiento sexual, de la temperatura corporal, los líquidos corporales y de los impulsos para comer y beber. También en la motilidad del tracto gastrointestinal, aumento o disminución de la secreción de hormonas gastro intestinales, en la acidez del jugo gástrico e incremento o disminución de la salivación.

El subsistema límbico está involucrado en el control de las emociones, la conducta y la iniciativa de las personas. También desempeña un papel importante en la memoria,

El eje morfo-funcional Subsistema LímbicoHipotálamo es necesario para la integración fisiológica neuroendocrina normal del organismo.

Afecciones de la salud como la obesidad, la anorexia nerviosa, la bulimia, el síndrome del comedor nocturno y la ortorexia (obsesión por la comida sana ), entre otras, están relacionadas, directa o indirectamente, con la fisiología del eje morfo-funcional Subsistema Límbico-Hipotálamo

¿Qué tipo de alimentación nos ayuda a equilibrar nuestras emociones y a sentirnos mejor?

Yang – evitar y tomar

A nivel emocional, irritable, con agresividad, extremadamente introvertido/a o extrovertido/a, ideas fijas, no quiere escuchar a nadie, controla a los que le rodean, tendencia a gritar y a la agresividad.

A nivel espiritual, muy rígido/a en su forma de vivir y comportarse, falta de flexibilidad, muy apegado a lo material y al pasado, exige mucho de sí mismo y de los/as demás, muy crítico y necesita perfección.

Yin – evitar y tomar

A nivel emocional, “víctima de la vida”, tendencia a la depresión, llanto, acciones lentas, “en las nubes”, falta de concentración, tendencia a los accidentes, dudas, necesita climas cálidos y soleados, hipersensible, todo le afecta, falta de control en su propia vida, todo lo que ocurre es culpa de los demás.

A nivel espiritual, falta de dirección en la vida, dispersión, no sabe lo que quiere, tendencia a cambiar de ideas muy a menudo, empezará muchas actividades pero sin terminar ninguna, ni profundizar. Siempre pensando en el futuro.

Muchas veces confundimos el hambre con la ansiedad… ¿Cómo lo podemos detectar y compensar?

Cuando el cuerpo está nutrido, el hambre suele ser proporcional al nivel de desgaste o actividad física. Y aún… realmente si todo funciona correctamente, nos nutrimos de alimentos altos en vibración (integrales, frescos, ecológicos, evitando todos los procesados y mayormente vegetales) teniendo en cuenta todos los grupos de nutrientes necesarios (carbohidratos, proteínas, lípidos, vitaminas y minerales) y llevamos una vida satisfactoria y sin estrés, llegamos a necesitar poca comida física. De hecho, comer poco cuando estamos bien de salud favorece un mejor funcionamiento del organismo.

La cantidad de comida debería ser 7 veces inferior a la energía que nos aporta la respiración. Esto lo sabían los antiguos yoguis y lo cuentan en los yoga sutras, en las upanishads… y más allá de lo que nos alimenta el prana, ki o energía, está el alimento espiritual, el que nos llega del universo.

La ansiedad proviene emocionalmente del miedo, de la insatisfacción. Si CONFIAMOS EN LA VIDA, nos entregamos a la voluntad del universo sabiendo que todo es para nuestra evolución y aceptamos la vida como viene y va, entonces la ansiedad desaparece.

Nutricionalmente, puede provenir de carencias o de una alimentación pobre. Por ejemplo, no tomar suficientes proteínas o carbohidratos. Cuando sentimos ansiedad, la tendencia, en vez de averiguar de donde proviene, qué es lo que nos molesta o está en disfunción, la tendencia es a comer de manera mecánica para saciar y llenar, tapar la emoción o huir de ella. Es más efectivo para la salud situarnos como observadoras de esa ansiedad y emprender un proceso para cambiar lo que la causa.

¿Cómo podemos ser consumidores/ comedores conscientes?

A través del auto-conocimiento y de la observación de los que nos pide el cuerpo. Cuanto más nos conocemos y teniendo una buena información sobre como se manifiesta la energía, con conocimientos de macrobiótica y alimentación energética, más podremos acertar en lo que nos conviene en cada momento.

Deseo de dulces (ENERGÍA YIN): Necesitamos relajarnos, refrescarnos, energía rápida, ligera, satisfacción…

NUTRIENTES: hidratos de carbono, glúcidos

TOMAR:

Más verduras, especialmente verdes y en cocciones cortas como vapor, escaldado, prensado

Más ensaladas

Más fruta cocinada

Fruta seca

Mermelada sin azúcar

Galletas y dulces de buena calidad

Énfasis en el sabor dulce creado por verduras dulces en nuestro menú

Disminuir la sal y los condimentos salados como el miso, shoyu, umeboshi

Disminuir o eliminar la proteína animal

Respirar de manera consciente

Salir al campo

Darnos espacio y tiempo para nosotr@s mism@s

Si hay deseo de proteína animal (ENERGÍA: YANG): Deseamos alimentos densos, de sabor fuerte, que nos calienten y creen actividad.

NUTRIENTES: proteínas, minerales, más sal, más aceite.

TOMAR:

Si no eres vegan@ o vegetarian@ toma pescado.

Proteínas vegetales como seitán y tofu ahumado en preparaciones largas y que calienten como estofados, fritos, al horno…

Patés de legumbres

Utilizar más algas y combinarlas con proteínas vegetales o con pescado

Guisos y platos con raíces

Más condimentos como miso, shoyu, umeboshi (con moderación)

¿Dicen que el segundo cerebro está en los intestinos, como es esto?

Estos dos órganos que se comunican entre sí. De hecho, en la filosofía macrobiótica tradicional siempre se ha hablado de la relación entre el sistema nervioso y el sistema digestivo, dibujándola como dos espirales que están unidas.

Los sentimientos influyen en las molestias intestinales, mientras que las bacterias intestinales -según las últimas investigaciones- influyen en nuestros sentimientos.

Los sentimientos surgen en el sistema límbico de la corteza cerebral. Son reacciones a estímulos externos o internos y nos ayudan a evaluar las situaciones. La tristeza y el miedo nos advierten de una situación de la que queremos protegernos. La alegría nos anima y nos lleva a acoger un estado actual y a querer experimentarlo más a menudo.

En medicina oriental y también en la Ayurvédica o Tibetana, nunca se ha separado el cuerpo de la mente y del alma. De hecho, cuando se da un desajuste observamos sus manifestaciones en estos tres planos para reajustarlos entre sí y dar atención al problema en cada una de sus facetas.

Los miedos se reajustan trabajando sobre los órganos del elemento agua – riñones/vejiga/sistema reproductor, la tristeza se reajusta trabajando sobre los órganos del elemento metal – pulmones /intestino grueso, y así con todas las emociones, órganos y elementos de la MTC

Esto lo estudiamos en profundidad en medicina oriental con la teoría de las 5 transformaciones en la que cada elemento se asocia a una estación, emociones en desajuste y emociones en armonía con los órganos correspondientes.

El sistema digestivo nos da la capacidad de discernir entre lo que nos sirve para evolucionar y lo que no, y por tanto hay que eliminar (intestino grueso y riñones). Esta capacidad de discernimiento nos aportará la fluidez necesaria en la vida para evitar estancamientos (estreñimiento). Todo el sistema digestivo está sintonizado con el sistema nervioso, por lo que cualquier tipo de tensión afecta su funcionamiento. Estas tensiones pueden afectar al apetito y a la manera en que nos nutrimos, mientras que el estado de felicidad estimula el hambre, la capacidad digestiva, la utilización y la apreciación de los alimentos.

¿Cómo afecta la masticación a nuestra digestión?

La digestión empieza en la boca cuando al masticar empezamos a descomponer los hidratos.

“Hay que masticar cada bocado al menos 60 veces; y, si quieres asimilar el método macrobiótico lo antes posible, 100 o 150 veces. “Debes masticar la bebida y beber la comida”, decía Gandhi. El bocado más delicioso se hace aún mejor cuanto más lo masticas. Haz la prueba con un filete: rápidamente lo encontrarás falto de gusto, pues solo los alimentos verdaderamente buenos e indispensables mejoran con la masticación; hasta el punto de que cuando adquieres el hábito de masticar bien, ya no puedes renunciar a él.” (G. Ohsawa).

La masticación:

  1. Beneficia la digestión
  2. Produce un estado de energía y vitalidad estable
  3. Reduce la cantidad de comida que deseamos
  4. Reduce la necesidad de picoteo entre comidas
  5. Nos hace más pacientes y con más auto-equilibrio
  6. Crea claridad y salud mental
  7. Evita la necesidad de comer dulces refinados
  8. Mejora el gusto de todo lo que comemos
  9. Reduce flatulencias y digestiones pesadas
  10. Genera un estado de relax
  11. Estimula el funcionamiento del sistema endocrino, reforzando el sistema inmunitario
  12. Crea una sangre más alcalina al segregar más saliva (alcalina) y con ello ayuda a prevenir enfermedades.

¿Es posible que los problemas para alimentarnos bien tengan relación con los problemas para nombrar nuestros afectos?

Los afectos y más bien la carencias afectivas pueden relacionarse con la alimentación en cuanto que la usamos para canalizar, tapar, llenar, esconder, etc diferentes emociones provocadas por la vida cotidiana. El ejemplo más claro asocia la compulsión por el chocolate con la falta de sexo,

pero también podemos relacionar los lácteos con la madre que nos nutre,

el pan con queso o las pizzas con apegos

los horneados secos con la necesidad de seguir sosteniendo estructuras rígidas

el azúcar con la falta de dulzor en la vida o con querer mantener apariencias dulces tras un carácter agresivo o narcisista

la carne con la incapacidad de soltar la violencia

los huevos con la falta de comunicación o encierro en un@ misma, …

A menudo estos alimentos se comen como parte de la dieta habitual. Pero es cuando se comen de manera compulsiva o adictiva, cuando no se puede renunciar a ellos ni aún siendo conscientes de que afectan negativamente cuando están siendo alimentos que enmascaran disfunciones afectivas.

¿Podríamos estar utilizando la comida como un analgésico del dolor psicológico?

Sí, claro, usar la comida como si fuera una droga. tanto el comer demasiado (bulimia) como el dejar de comer (anorexia) o el endiosar ciertas dietas o teorías alimentarias (ortorexia) podría estar relacionado con dolor emocional profundo que está pendiente de sanar. Aquí lo mejor es combinar la reeducación alimentaria con terapia psicológica. Trabajo con un equipo de psicológas con formación académica y un amplio bagaje personal en cuanto a formaciones complementarias a la psicología.

 

Agnès Pérez
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