En la dicotomía de las teorías alimenticias, pocas personas pueden distinguir lo verdadero de lo falso. Y aunque unas pocas lo logren, las verdades en este campo siguen siendo relativas, ya que la experiencia demuestra que lo que es bueno para unas personas, puede no serlo para otras personas.
Cada persona vive circunstancias específicas y es de una determinada manera. Si toda verdad que se cree absoluta solo conduce a un dogmatismo estrecho de miras, ¿Cómo puedo saber que las indicaciones que me dan fundamentadas en una dieta estricta son buenas para mi?
En mis clases y consultas siempre animo a que se observen los cambios positivos a corto plazo que se pueden dar en cualquier cambio a una alimentación más saludable y afirmo que los verdaderamente efectivos son los que nos hacen sentir en el camino a largo plazo.
Existen muy pocas personas que han profundizado durante años en la observación de los cambios y efectos que produce una determinada teoría alimenticia porque nuestro organismo cambia a lo largo del tiempo y no puede seguir estrictamente las mismas pautas concretas de la misma dieta durante años porque esto es contra natura, y no se estaría dando lo que necesita en cada momento sino comiendo de manera intelectual. Además, también incorporamos como alimento aire, sol, agua, calor, frío… y las energías de nuestro lugar de trabajo, de las personas de nuestra familia, amistades, vibración de la música que escuchamos… sin contar con la energía que nos infunda el cosmos. Todo ello altera nuestra bioquímica corporal y nuestro campo energético de tal manera que nos vuelve únic@s .
Así, lo que siempre funciona es mantener lo más limpio posible nuestro organismo y, en base a lo que deseamos conseguir en nuestra vida, observar constantemente cuál es el efecto tanto del conjunto de la dieta, como observar por separado en nuestro cuerpo-mente el efecto de los alimentos que la componen. Si nuestro organismo está bastante equilibrado, entonces sabremos al comer algo si nos conviene o nos produce efectos que nos desestabilizan. También sabremos distinguir el efecto beneficioso o dañino de lo que procede de nuestro entorno, de lo que procede de la comida.
El tipo de alimentación ha de ser diferente en función de nuestra misión-ocupación. La elección del tipo de alimentos que consumimos no es casual, tal y como nada es casual en la vida. sino causal. Si tenemos una pizca de consciencia buscamos el alimento que nos ayuda a cumplir con nuestros objetivos.
¿Qué comer y dejar de comer para lo que queremos conseguir?
A continuación, te facilito unas pautas generales sobre como adaptar tu alimentación en función de lo que te pide tu voz interior. ¡Qué bueno parar a escucharla y darle lo que necesita!
Para favorecer la concentración mental, puedes enfatizar el consumo de cereales integrales y legumbres, pequeñas cantidades de frutos secos y semillas, raciones pequeñas, sopas y potajes, verduras cocinadas. En cambio, evita: azúcar y dulces, alcohol, drogas, comer en exceso, mucha ensalada cruda, alimentos enlatados y congelados.
Para favorecer la actividad física, toma más ensaladas, verduras de hoja, frutas, proteínas de origen animal en cantidad moderada, cereales y legumbres en ensalada. Evita: grasas, carnes guisadas y en salsa, más de un 40% de cereales y legumbres, exceso de sal, miso, shoyu o tamari.
Para favorecer la actividad artística, cocina más alimentos yin, verduras dulces, frutas dulces y evita demasiada proporción de alimentos yang, de sal, alimentos grasos, cualquier dieta demasiado estricta.
Si trabajas con maquinaria electrónica, luces fluorescentes, ordenador, etc… Nútrete de verduras cocidas, cereales integrales, legumbres, algo de proteína animal diaria, alimentos fermentados, algo de grasas y si tu condición está débil, evita el vegetarianismo estricto (vegano o macrobiótico), azúcar, demasiados zumos y alimentos y/o cocciones yin extremo.
Para favorecer la meditación o la práctica del yoga y crear una energía centrada y liviana, come: cereales integrales, legumbres, verduras, frutas y frutos secos. Evita: proteína animal, alimentos refinados y procesados, azúcar, lácteos.
Algo que cabe recordar y trabajarnos en todo momento es la proyección mental enfocada a objetivos definidos claramente, para conseguir nuestros propósitos. Nuestra alimentación es clave para obtener la lucidez y dirección necesarias para visualizar de manera realista lo que queremos y lo que no queremos.