Cómo influyen nuestras relaciones en nuestro ciclo menstrual

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La salud de nuestros ciclos y de nuestras menstruaciones no es sólo hormonal u orgánica. En ella influyen también nuestras emociones, forma de vida y la armonía de nuestras relaciones de pareja o con nuestro entorno social.

Las mujeres somos psíquicas por naturaleza, y cuanto más sensitivas, más psíquicas. Al ser menstruales, gozamos de un sistema de limpieza propio que nos ayuda a eliminar toxinas del alimento y medio-ambiente durante el sangrado y a eliminar toxinas emocionales durante la fase pre-menstrual y menstrual. Es durante esta fase pre-menstrual, cuando nuestra naturaleza psíquica se vuelve más sutil y es capaz de descodificar impresiones y memorias que nuestra alma necesita limpiar o transmutar con el cierre del ciclo, antes de volver a renacer evolucionada después de esa pequeña “muerte” que es la regla. Antes de la regla siempre se manifiestan, ya sea en forma de pensamientos, de sueños o de circunstancias que nos ayudan a revelarlos, los aspectos que nuestra alma necesita liberar o sanar, que también implican nuestras relaciones de pareja, laborales, de grupo.

Por eso es tan importante atender la necesidad de introspección que tenemos los días previos y durante a la regla y recogernos en nuestro propio espacio para darnos atención y hacer el trabajo que tenemos que hacer sobre las impresiones que sentimos. Nuestros órganos reproductores, en sintonía con nuestro corazón nos indican con claridad lo que nos molesta, lo que necesitamos, lo que nos hace felices o lo que nos daña. Sólo hay que pararse a escuchar.

 

Cuando una mujer está en una relación que la daña, aún no ha sanado las heridas que provienen de su linaje femenino o no honra su feminidad, la fase pre-menstrual y menstrual suelen ser difíciles o dolorosas. Nuestro sistema reproductor pide siempre crear las mejores circunstancias para nuestro desarrollo. Las emociones de tristeza o rabia provocadas por un sufrimiento que podemos evitar, se pueden sentir con mayor intensidad antes de a regla. Y hay que darles la atención necesaria para transformarlas constructiva y creativamente.

La relación que mantenemos con nosotras mismas determina la calidad de las relaciones que atraemos.

Como bien dice Coral Herrera: “Que tus emociones no hagan daño a nadie es una de las leyes fundamentales del amor y los afectos. También es un principio básico de la autocrítica amorosa: por gigantesco que sea el tsunami emocional que te arrasa, que no deje víctimas a su paso, que no duela a los demás, que no se multiplique”.

Podemos emplear parte de nuestro tiempo durante la fase pre-menstrual para hacer un cambio interior que sea parte de nuestro compromiso con el cambio social. La alimentación para una menstruación saludable es imprescindible para centrarnos, regular nuestro ciclo y equilibrarnos emocionalmente junto a la práctica de meditación.

Si nos estamos cuidando a través de una relación amorosa con nosotras mismas y fluyendo con integridad con nuestra voluntad superior, la regla es recibida como una bendición para nuestra sanación. No duele (casi nada o nada). Es ese dulce momento que nos concede la vida para volcarnos hacia nosotras, recoger energía y volver a expandirnos después de la descarga.

Cuando iniciamos una relación en la que hay interacción continuada, nos adherimos al ciclo lunar de la otra persona.  Una prueba de ello es que a las amigas íntimas nos viene la regla al mismo tiempo y cuando estamos en el mismo grupo, las reglas de la mayoría van coincidiendo. Lo mismo pasa cuando iniciamos una relación de pareja, con intercambio energético profundo a través del sexo o durante el sueño al dormir junt@s. Además, a menudo nos cargamos (o descargamos) con la energía de nuestra pareja, amistades y entorno social.

Las filosofías orientales ancestrales asocian a la mujer con la energía de la luna (yin) y al hombre con la energía del sol (yang). Estas dos energías son opuestas y a la vez se atraen y se complementan. En las parejas homosexuales también hay una parte más yin que vibra más con la luna y otra más yang que vibra más con el sol porque tiene que haber complemento para que haya atracción.

En una relación fértil, las dos personas permanecen psíquicamente conectadas, conscientes. Nuestro cuerpo-mente capta las energías sutiles de nuestra pareja, amistades íntimas y con las que vibramos a nuestro alrededor en forma de impresiones que pueden permanecer en forma de memorias, impregnando nuestro sistema nervioso. Estas impresiones se convierten en memorias cuando la relación es sexual o cuando es más íntima. Estas impresiones (samskaras en sánscrito) conducirán a cada persona con una intensidad diferente hacia la búsqueda de la libertad o de la esclavitud dependiendo de la capacidad de transformación y desapego que cada cual tiene. Por eso es necesario una gran acumulación de marcas/impresiones conducentes y favorables a través de nuestros pensamientos, actos y a través de la manera en que nos relacionamos con las personas.

Cuando una persona siente que su clan familiar, y como extensión de éste su pareja están conectados se siente amada, segura, siente que esa energía está dándole soporte. 

El maestro de Kundalini Yogui Bhajan alerta que a una buena parte de los hombres  les es muy fácil salirse de la órbita de su pareja, sobre todo cuando la mujer es fuerte y tiene un aura muy atrayente y atractiva. Todas las personas somos responsables de nuestra vida y proyectar desilusiones en el/la otro/a sólo acentúa el rol de víctima que evita ver para mantenerse en su zona de confort sin evolucionar y repitiendo las mismas historias (o parecidas hasta que erradica y sana en profundidad los códigos que le hacen atraer patrones repetitivos. Por esto, es inútil culpar o culparnos, y mejor observar, trabajar y transformar los traumas a través de la terapia que nos ayuda a liberarlos, a sanar el sistema reproductor y a liberar karma. Muchos hombres que no han erradicado códigos y creencias patriarcales no soportan la fortaleza y tienen miedo a entregarse a la energía de Amor que brota del corazón de la mujer que brilla con luz propia si aún no han trabajado su masculinidad, ni han integrado su propia parte femenina. Cuando el hombre en su mente se siente débil (yin) y su energía se dispersa externamente (yin), no podrá conectarse (yin) ni convertir el aura de una mujer empoderada en su foco.

Es una realidad en el cambio de consciencia actual que las mujeres estamos avanzando más rápidamente que muchos hombres integrando nuestra parte femenina con nuestra parte masculina, y por esto muchas relaciones no acaban de ser sólidas o son relaciones conflictivas.

Al sentir que su compañero no la honra, no se acaba de comprometer o usa egoístamente la relación que tiene con ella, la mujer entra en conflicto, se tensa y lo puede somatizar en forma de dolencias en su sistema genital, reproductor y/o síndrome pre-menstrual muy emocional o reglas dolorosas. La mujer refleja el subconsciente del hombre, tal como la luna refleja la luz del sol. Cuando un hombre se siente seguro de sí mismo, consciente de sus identidades masculina y femenina, siente que espiritualmente está progresando y trabajando en sí, es esto lo que la mujer va a reflejar. Y cuando la mujer siente consciente o inconscientemente que su pareja (hombre o mujer) está fuera de su órbita, lo sentirá en forma de vacío, se activarán sus memorias de abandono, le generará inseguridad y, generalmente, sobre todo en la fase pre-menstrual o menstrual sentirá ira, dolor inmenso, tristeza profunda, su alma le pedirá respeto hacia sí y mantener su integridad, apartándose emocionalmente de estas circunstancias dolorosas y cerrándoles la puerta si es una mujer independiente, o dejándose absorber por el bucle de la sumisión y apatía hacia lo que la está dañando por miedo a perder, a la soledad, a cambiar, etc. Si no se respeta a sí misma, su energía irá mermando con el transcurso de los ciclos y terminará por enfermar tras padecer diferentes desajustes de salud que le intentan comunicar que no se está siendo leal a sí misma. Por supuesto, los hombres también desarrollan desajustes y enfermedades fruto de relaciones no fértiles o de abuso y este tema es materia de un artículo aparte.

La mujer nutre, protege y cuida el alma del hombre, de sus hijos/as, de otras mujeres y el hombre, habitualmente  dotado biológicamente de más fuerza física (yang) cuida de la integridad física del clan. En general, y aunque con el cambio de paradigma ya se siente el trabajo de regulación emocional en hombres, ellos, por haber sido educados diferentemente tienen más dificultades en comunicarse con su corazón hasta que trabajan conscientemente la inteligencia emocional. Y las mujeres tenemos más dificultad en asumir la independencia hasta que potenciamos nuestra parte masculina. Aprender a ser independientes y fuertes puede hacerse desde la ternura femenina sin seccionar nuestra capacidad de recibir del mundo y de los hombres. En las relaciones actuales ya no queremos roles definidos, y algunas personas ni siquiera vibran con identidades de género. Estamos en un momento fuerte de cambio de mentalidad en cuanto al género, a los roles. Si nosotras estamos desconcertadas, a veces con miedos fruto de desengaños, ellos también lo están, pero a ellos les han enseñado a negar sus emociones y a nosotras a sacarlas para afuera, a hablar de cómo nos sentimos y esto favorece más la sanación. Muchas mujeres que no han erradicado códigos y creencias patriarcales o temen no ser aceptadas o no agradar, adoptan actitudes seductoras tal y como son enseñadas por los medios de comunicación y cánones establecidos, nutriendo el ideal machista de mujer socialmente impuesto y la ilusión machista de dominio y competencia. Actualmente las mujeres nos movemos en ámbitos laborales (yang) que han sido terreno de los hombres durante cientos de años. No dejemos que la vida moderna nos endurezca (yang), nos cierre (yang) y nos masculinice (yang) excesivamente pues en ello no encontraremos felicidad ni podremos darla, y además esto nos crea también conflictos internos que se manifiestan en forma de exceso de tensión en nuestros órganos reproductores (yang) junto con desequilibrios hormonales y sus consecuencias.  A nivel laboral es importante crear proyectos desde lo femenino y como mínimo sentirnos a gusto con lo que estamos haciendo, dejándonos espacio para el relax y la regeneración. Muchos trastornos menstruales tienen que ver con el concepto de feminidad impuesto por patrones educacionales que permanecen en el inconsciente de la mujer. Cómo nos han dicho que tenemos que comportarnos, movernos, vestirnos, hablar y reaccionar para “ser femeninas” y agradar socialmente puede no cuadrar con la feminidad que sentimos, que nos gusta o con que nos sentimos cómodas. Cada mujer ha de definir su propia feminidad como más se guste para que su regla deje de doler y su ciclo sea armoniosamente regular.

La mujer sabia conoce que existen tantos tipos de feminidad como mujeres hay. Sabe que todas las personas tenemos una parte femenina y otra masculina. Se quiere íntegra. Le gusta mantener su campo vibracional protegido. La mujer sabia conoce que cada persona desarrolla en la vida lo que necesita para evolucionar y que esto nada tiene ver con lo que la sociedad nos impone por ser biológicamente mujeres o con las pautas con las que se nos ha educado por haber nacido con un determinado cuerpo. Nuestro sistema reproductor, puede contribuir a perpetuar la vida en este planeta fecundando otros seres, pariendo proyectos de utilidad para el cambio de consciencia, dando vida a otras personas sin gestarlas, nutriendo cientos o miles de seres y contribuyendo en su crecimiento. Nuestra experiencia evolutiva se da a través del espejo de nuestr@s hij@s, del espejo de nuestras relaciones, del espejo de las personas que se van cruzando en nuestras vidas y siempre que sea fértil, lo notaremos en nuestro proceso cíclico y en nuestra salud.

Un claro ejemplo de cómo una mujer puede somatizar en dolencias proyectos personales a los que no da a luz, una relación de pareja yerma o en la que siente vacío o no experimenta satisfacción sexual, son los miomas uterinos, que provocan alteraciones en la menstruación, afectando su periodicidad, su regularidad, su duración y su intensidad. Otros desajustes como quistes en los ovarios, ovarios poliquisticos, pólipos uterinos, endometriosis, vaginismo, hongos vaginales, y más también requieren revisar las memorias conscientes e inconscientes que la mujer alberga con respecto a sus relaciones.

Las mujeres menstruantes fluimos con el ciclo de la luna, menguamos, crecemos, nos llenamos y nos vaciamos, durante una media de 28 días al mes. Hemos de conocer bien el potencial de nuestra naturaleza cíclica y aprovecharlo con el mayor auto-respeto. La mujer que rechaza su regla, que le resulta molesta por que cuando la tiene no puede seguir el ritmo más activo que se impone o se deja imponer, que “no puede” tomarse un par de días de descanso o bajar el ritmo laboral, que se siente sucia o rechazada porque sangra, es una mujer que desarrolla trastornos menstruales. El ciclo menstrual es un don de la naturaleza que nos brinda diferentes facetas a lo largo del mes y nos convierte en diferentes personajes dentro de un solo cuerpo. Usar métodos anticonceptivos que suprimen nuestra ovulación y además tienen efectos secundarios, convierte nuestro ciclo en un proceso plano. Evitar la conexión profunda con nuestros vaivenes/potenciales cíclicos, es renunciar a una parte importante de la biología de la mujer que nos invita a aprovechar las características de cada momento en nuestro propio beneficio y en el de las personas que nos acompañan en la vida.

“El sexo por sexo es el consuelo que a uno le queda cuando no le alcanza el amor.”
(Gabriel García Márquez)

Haz lo que desees y disfruta como más te gusta, pero siempre con Amor. Para la mujer, el útero es el hogar. Nuestro útero está indefectiblemente conectado con nuestro corazón. Si el corazón no se implica con los asuntos del útero se da una desunión que sentimos en los todos los niveles de nuestro Ser. Recuperar el valor sagrado que implica fusionarse sexualmente con otro ser humano es imprescindible para que deje de doler emocional y orgánicamente la regla, evitando otros problemas relacionados con nuestro sistema genital y con la sexualidad.

Conectar con las memorias de patrones heredados durante generaciones y sanar nuestro linaje femenino contribuye positivamente en el cambio del funcionamiento de nuestros órganos, en nuestro inconsciente, en las circunstancias que atraemos y en el inconsciente colectivo. El dolor, los desajustes y la enfermedad sobrevienen cuando necesitamos revisar hábitos, patrones y creencias.

Cuidarnos, conocernos, disfrutar del tiempo que pasamos con nosotras mismas, sentirnos llenas de nosotras, aprender a trabajar con nuestras emociones y a apostar por nuestro bienestar es altamente sanador. Así nuestro corazón se siente en calma, desarrollamos una potente intuición que nos guía hacia las mejores experiencias y relaciones compartidas, nuestra capacidad reproductora vibra creando constantemente lo que nuestra alma desea, y caminamos en la espiral de las acciones positivas con residuos favorables a la evolución kármica en el ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación.

Agnès Pérez
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